Opinión
Incertidumbre y ansiedades
Perspectiva
02/08/2021
“Si no sabemos hacia dónde vamos, terminaremos en cualquier otro lugar”
Lawrence Peter “Yogi” Berra
Como una cruel paradoja, los sinaloenses vivimos entre la incertidumbre, característica principal de una elección democrática, y las ansiedades de aspirantes de todos los colores, pues a pesar de las tendencias que dibujan las encuestas, solo los personajes más cercanos a los precandidatos se atreven a asegurar a quien favorecerá el triunfo el próximo 6 de junio.
Cruel paradoja porque la acción gubernamental de desmantelamiento de las instituciones y la militarización de muchas de ellas, los constantes ataques a la autoridad electoral, la descalificación de los partidos y coaliciones opositoras presente en el discurso presidencial y parte fundamental de la propaganda institucional de Morena, se encaminan a una concentración progresiva del poder que es contraria a la democracia.
En el plano nacional las cosas parecen estar más definidas, ya que pese a lo anotado en el párrafo anterior, los estudios de opinión tanto de preferencias electorales como de calificación del ejercicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se orientan a un nuevo triunfo de Morena.
Una encuesta recién levantada por la empresa Massive Caller revela que ese partido y sus candidatos a gobernador, van a la elección con una clara ventaja de entre 10.4 y 28.9 puntos sobre sus más cercanos contendientes en diez entidades, -Sinaloa incluida- de las quince en las que se elegirá gobernador; en tanto que la aprobación presidencial se ubicó el pasado 5 de febrero en 59.9%, según el tracking poll que diariamente levanta Consulta Mitovsky.
En tres de las quince entidades la ventaja la tiene hasta el momento el PAN por sí solo, sin coalición alguna, con un modesto y reversible 5.6% en Baja California Sur, un aceptable 13.5% en Chihuahua y un claro 23.7% en Querétaro. En las dos restantes entidades puede hablarse de empate técnico, ya que el 3.7% que mantiene el PAN sobre Morena en San Luis Potosí no le garantiza el triunfo; y mucho menos está seguro para la coalición PRI-PRD en Nuevo León, donde su candidato aventaja a la postulada por Morena con un pírrico 0.8%.
En Sinaloa la encuesta citada arroja 44% para Morena y su candidato Rubén Rocha; 19.6% para la coalición PRI-PAN-PRD que abandera Mario Zamora; 9.2% para el PAS con Héctor Melesio Cuen, y un testimonial 4.3% para Movimiento Ciudadano con Sergio Torres a la cabeza; lo que anuncia que la competencia será entre dos punteros y que el resto de los candidatos tendrán participaciones testimoniales, incluyendo a los dos mencionados en último término, que manejan un discurso triunfalista cargado de bluff, o para decirlo en castellano, de faramalla y fanfarronada.
El posicionamiento de Morena y Rocha aparece firme pese a las divergencias internas que encabeza el químico Guillermo Benítez, quien por la vía de la judicialización del proceso interno mantiene viva su ansiedad de ser candidato a gobernador por el partido del que se dice fundador; y que en lo político supo sumar a sus escasas huestes a la senadora Imelda Castro, satanizando las conversaciones entre Rubén Rocha y Héctor Melesio Cuén para sumar ese 9.2% que daría mayor contundencia al triunfo.
Raras por cierto las posturas del químico y la senadora, al grado de hacernos evocar la obra de Vladimir Ilich Lenin “Un paso adelante, dos pasos atrás”, en la que describió la crisis por la que atravesaba el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia en 1904, en plena lucha revolucionaria.
Con su actuación, el aún presidente municipal de Mazatlán parece decirnos que participó en la fundación del partido para su beneficio personal, y no para representar los intereses de los más necesitados, como prevén los estatutos de Morena, lo que se desprende de su inicial amenaza de ser candidato por cualquier otro partido, aunque recientemente reculó al precisar en un video que solo sería candidato por Morena.
La senadora Imelda declaró inicialmente que se sumaría a la candidatura de Rubén Rocha, pero luego apareció en público junto al químico, para reclamar que se pretendiera una alianza con Cuen, sin reflexionar que si bien no se perjudica la posibilidad de triunfo de Morena, si se atenta y en el peor momento, contra la indispensable unidad de su partido.
Por los rumbos del PRI parece que la apuesta por la unidad tiene también únicamente carácter formal. Primero se inmoló a Jesús Valdez como sacrificio a los dioses, al no levantarse una sola voz en su defensa ante el feroz ataque de Sergio Torres, que al no tener como efecto el rendir un beneficio al atacante se torna por demás sospechoso, y deja en claro que Chuy nunca fue la opción real, ni primera ni segunda, para aquellos que deciden las designaciones.
Después se le encomendó la doble tarea de continuar al frente del partido y coordinar la campaña de Mario Zamora, a cambio de una octava posición en la lista nominal de candidatos a diputados federales de representación proporcional, que además de avara, puede resultar una esperanza más lejana frente al criterio de compensación para la paridad sustantiva en la integración de la cámara de diputados. ¿Con que ánimo puede Chuy impulsar la campaña hacia el triunfo?, quizá si lo tenga porque aunque es humano, es un priista que ama a su partido.
Por último están las candidaturas a presidencias municipales que además de generar resentimientos, debilitan la coalición y al propio PRI, por el poco arraigo partidista de las figuras postuladas en los principales municipios del estado.
Lo mismo podría sucederle a Morena, si no se sacude el Síndrome de Hibrid de candidatos como Gerardo Vargas y Jesús Estrada Ferreiro, y se decide a postular más que caras nuevas, mentes inteligentes y comprometidas.
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