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Opinión

Morena y “La Josca”: similitud que espanta

Punta de Lanza.

01/07/2021

Orgulloso estaba el viejo ranchero del hato de ganado que había logrado formar y que cuidaba en su viejo corral del pueblito que lo había visto nacer y crecer.

Ocho vacas y un torete, eran suficientes para que el viejo Toribio Bacasegua escupiera por un colmillo, al considerarse un gran ganadero de la región.

Era común observar al orgulloso ganadero, plantarse a la puesta del sol, para disfrutar el horizonte, bajo el marco de su viejo corral construido a base de palos de Brasil ( árbol muy proclive a florecer en aquellos viejos y frondosos montes del ayer), y alambre de púas de tres hileras.

Eran el corral y sus vacas, el gran orgullo de aquel hombrón cuya estatura era calculada muy cerca de los dos metros de altura. Jorobadón el viejo, y no ligero al caminar.

Para Silvestre, el único peón del rancho que auxiliaba a Bacasegua en las labores de pastoreo y ordeña de las ocho vacas y el torete, era, hasta cierto punto, divertido observar al viejo ranchero socializar con sus animales.

Y es que se podía decir que Toribio consideraba a su ganado como parte de su familia, al grado de identificar por nombre a cada una de las reses.

La Pinta, La Gacha, La Corajuda, La Cola Loca, La Colorada, La Nanchi, La Cacaragua y La Josca, esta última, se podía decir que era su consentida, dada la rentabilidad láctea que en sus mejores días proporcionaba en la ordeña.

Al torete lo bautizó como “El Sacapuntas”, ya que al menor movimiento de la cola de una vaca, se mostraba listo para “darle su merecido”, como el viejo se refería al brinco del toro a su “consorta”.

Aunque el matrimonio formado por Toribio Bacasegua y su siempre noble y bondadosa esposa, Doña Bonifacia Buenrostro, amaban y cuidaban por igual a toda la población animal que daba vida al corral, lo cierto es que tenían una oculta preferencia y cariño por “La Josca”, no solo por lo lechera que había resultado, sino por la mansedumbre de su cola y cuernos al momento de extraerle el líquido blanquecino segregado por sus glándulas mamarias.

Pero, como bien dicen por ahí, lo bueno muy aplaudido, suele convertirse en lo malo muy criticado, en el rancho se hizo evidente que “La Josca” no podría ser la excepción de la regla.

Así quedó registrado, cuando una fresca mañana de febrero el mes, en la puerta del corral se apersonó un vecino de Toribio, en cuyo rostro se mostraba “la cisca” (coraje-rabia-indignacion etc) que lo había hecho llegar hasta ese lugar.

Buen día Toribio… Buen día Bonifacia, fue su saludo personalizado, mientras con unas hojas de mata de guayabilla se espantaba los bobitos de los ojos, choquilosos, quizá por la mañaneada.

Buen día “Chiveto”; Y ese milagro que te dejas ver?, respondio el anfitrión del rancho.

“Pos mira, milagro no es, porque traigo razones suficientes para venir a verte, y hasta a la mejor ni me agradeces la venida a tu corral”.

Ante la respuesta del visitante, Toribio Buenrostro, convirtió su apellido en una  mueca, ya que conocía el carácter de “Chiveto”, y entendía de tal manera, que su camarada no venía precisamente para saber si no le había pegado ““la chanza” (hinchazón de cuello y cachetes de las personas), que en ese tiempo había atacado a todas las poblaciones rurales de la región.

Superado, el trance de la poco amable respuesta del visitante, Toribio solo atinó a preguntar; ¿Y si no es cortesía lo que te trajo al corral, que podrá ser entonces, buen hombre?.

Pues has de saber Toribio, que mi solarcito que tenía enmontado en el patio trasero de mi casa, lo limpié para sembrar ahí verduritas y elotitos pa´la tragadera de la familia.

“Estoy de eso enterado “Chiveto”… La semana pasada pasé por ahí persiguiendo un conejo y vide tu siembrita… Muy bien dados los rabanitos, tomatitos, cebollines y las milpitas ya jiloteando…Va estar buena la tragadera amigo”, respondió el ganadero.

“Sí, mi estimado Bacasegua… Muy buena la tragadera, pero la que se dio esa vaca que estás ordeñando, y que según supe le dices “La Josca”.

Y la acusación de “Chiveto fue mas allá, al agregar que; Aquí Silvestre tu ayudante sabe muy bien que no digo mentiras, porque él fue quien lazó la vaca  y se la trajo a tu corral.

Y Silvestre, hombre de campo, criado con las viejas costumbres de no mentir, no robar y no traicionar, se vio en la necesidad de decir la verdad a su patrón.

“Pos usted sabe Don Toribio que a mí nunca me ha gustado ningunear la verdad, y lo que aquí el vecino dice ocurrió tal y cual”, expresó Silvestre.

En seguida, ya entrado en detalles, el caporal sustentó las razones del caso; Mire, patrón, “La Josca” siempre había sido una vaca, cabeza de rebaño, mansa en el monte y el corral, fácil de arrear, y también de ordeñar; Una vaca ejemplo, y por eso siempre ha sido su consentida y ha disfrutado de la mejor dotación de pastura, buscando siempre que le toque la más fresca.

“Pero señor Buenrostro, tanto mimo y consentimiento echaron a perder a la vaca. Se volvió “cerquera, bronca y matrera”.

“Varias veces se ha brincado el cerco del corral y se ha lanzado a pastar en los sembradíos vecinos, decía Silvestre, al ser interrumpido de tajo por Toribio

¡¡¡ Explicas mucho, Silvestre!!!, gritó el viejo, ante la balconeada que le estaba dando su labriego.

El ganadero era hombre justo, honesto y con buen sentido de la responsabilidad, por lo que supo reconocer y cargar con los gastos de los daños que las tropelías de “La  malagradecida “Josca” con sus actos de desobediencia y rebeldía había ocasionado en su entorno.

Tras haber cubierto las deudas que por montones le llegaron por haberse comido los frutos de huertos familiares y pequeños sembradíos de los pobladores del rancho, Toribio, Bonifacia y Silvestre, se sentaron a deliberar sobre el destino de aquella vaca, a la cual ninguna cerca podía contener, aunado a que además ya sus ubres dejaban mucho que desear al momento de su ordeña.

Yo diría que “La Josca vaya al rastro”, patrón, opinó Silvestre, mientras “encuclillado” escribía su nombre en el suelo con una vara, agregando que; vaca que no da leche que no ensucie el corral”.

No, gritó Bonifacia, la vaca nos dio muchas satisfacciones y creo que debemos perdonar su rebeldía y dejarla que siga en el corral hasta su muerte.

“Pero, Boni”, respondió Buenrostro, alzando la voz en tono enérgico y firme… Si dejamos a “La Josca” en el corral nos va a contaminar al resto del ganado, por lo que mi decisión es dejarla libre, pero lejos del rancho y que agarre el camino y rumbo que mejor le convenga, y que su olfato le indique.

LA METÁFORA.- Cualquier similitud que el lector pudiera encontrar entre la actitud y destino de “LA JOSCA” y algunos militantes, de diversos Institutos políticos, pero principalmente de MORENA, quienes en un acto de elevada autoestima se consideran merecedores de todas las atenciones y beneficios de su partido, retando y lanzando amenazas a las jerarquías, con abandonar sus siglas si no le otorgan la candidatura que reclaman, podría ser una simple coincidencia.

Y es que, hay muchos, principalmente en el Instituto político que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que ya no piden, sino que exigen la protección  de los brazos de MORENA… Y la triste realidad es que la única morena que a esos renegados se les pudiera ofrecer…Es la morena, pero la del negro del Wattsap… ¡¡¡GULP!!!... Yo safo y corro… Nos vemos luego.


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