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Opinión

El teatro sublime de la política

Ad Honorem

¡Se levanta el telón!

El arte del gobierno y la gestión acertada de los asuntos públicos, son la representación teatral que exteriorizan, en su extremo sublime, el ingenio y la virtud como destino del ser político. 

En la metáfora histriónica cabe el potencial de habilidades intelectuales, emotivas, capacidades técnicas y experiencias comparadas. Los desafíos permanentes del poder atienden vicisitudes, inconvenientes y circunstancias cambiantes, necesarios para poner a prueba, el tino y esmero de su ejercicio.

Las reglas verdaderas del teatro. Las férreas, las que se han mantenido a pesar de la evolución y las visiones distintas del tiempo. Las que asignan el carácter propio que corresponden a cada papel; en espera y prestas a congeniar con mujeres y hombres capaces de cumplir bien su obligación.

El teatro en el juego de la vida y la política. La actuación compañera y cómplice de la historia es dueña de su actividad. Consigna en el tiempo, su labor en el transcurrir de los gobiernos... ha habido vastedad de ellos, tan complejos, tan disímbolos. Sí, en efecto, el arte escénico, custodia el discurso, los gestos, la música, la coreografía...¡el espectáculo!

El movimiento con su carácter versátil que determina la trama de la obra, continúa presente en todo momento, ejecutándose siempre.

La puesta en escena, a sí misma y a la sociedad, se muestra en lo verdaderamente explícito. Actores, actrices y espectadores, todos personajes en la arena pública, se encuentran, de frente y en la distancia, en la cercanía o lejanía del poder.

Desde el estreno, en cada tragedia, drama o comedia; en cada función, la imaginación de los personajes interpretando su papel. La expresión viva y directa en el entramado, en un intercambio infinitamente variado.

La teatralización de la vida pública es el ideal que determina las aptitudes y conducta solvente, de quien es depositario de responsabilidades públicas. Es un designio del mandato hacia la encomienda asumida y el cumplimiento ejemplar, respetuoso y digno de quien lo asume, para la comunidad a quien sirve. Es una imperiosa motivación hecha vocación. Un ritual esmerado que, constante se acompaña de talento, so pena de convertirse en caricatura o pantomima.

La mitología del mundo antiguo cultural y artístico griego, con la aparición de las nueve musas, encumbra la personificación teatral llevada al límite; sin fronteras, alcanza las pasiones y emociones, álgidas y sublimes del ser humano. La ficción hecha realidad. El mundo terrestre convertido en fantasía. 

Divinidades de ayer, capaces de cantar la expresión de los tiempos del nuevo orden. Es el universo que hoy nos rige. Desde la antigüedad, se reconocen, hasta esta época, las cualidades políticas.

Así Melpómene-la melodiosa-una de las dos musas del teatro. Asociada a Dioniso- el Dios teatral-. Ella, inspira la tragedia, firme, de mirada severa, se le representa ataviada con elegancia, con una máscara, apoyada sobre una vara gruesa para indicar que el teatro-tragedia, -como el gobernar- son un arte difícil que requiere mente privilegiada y una imaginación vigorosa.

La diosa en la secuencia del tiempo. La poderosa esencia de la musa que transforma la máscara en rostro animado; la máscara inquisitiva se queda entre los humanos, en movimiento...después, ella se retira para dispersarse en la neblina de su mundo inalcanzable.

La política exigente tiene historia y reconoce los ámbitos donde hay calidad. En la coherencia y autenticidad encuentra sus razones. La coherencia es un principio básico, un universo con reglas; cuando la actuación no respeta la lógica interna del mundo gubernamental, se estropea la puesta en escena, con resultados negativos.

La naturalidad y la verdad como poderosos elementos de la escena pública. La palabra y expresión en la representación rigurosa de las pasiones o de las grandes concepciones. El talento, testigo y parte en los lances que ofrecen las piezas.

En las obras, además de desarrollar un papel, los actores políticos exhiben, en el escenario y en la palestra, las contradicciones e incongruencias; la armonía, la medida, la belleza. Lo fantástico, trágico y cómico.

En el examen riguroso del desempeño público, los protagonistas procuran cada día ponderar su inteligencia. Y en efecto se necesita la mayor, no solo para ejercer bien todas las variedades de situaciones diferentes que representan, sino también para hacer percibir todas las que se encuentran en la diversidad compleja de los gobiernos.

Una maravillosa serie de actitudes y disfraces.


Continuará...

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