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Opinión

¿Voto razonado o emocionado?

Neuropolítica.

10/08/2020

Difícil que la razón le gane a la emoción. La integración del cerebro reptiliano, mamífero y humano, hacen la singularidad o unicidad del ser humano… no sólo se es diferente a los demás, la propia persona tiene un dinamismo que lo hace diferente en cada etapa de su vida, no se piensa o actúa igual en la niñez, que, en la adolescencia, la juventud, la madurez o la vejez.

En épocas electorales, la política y los políticos hacen acopio de los recursos o instrumentos que les faciliten el camino rumbo a la simpatía de la población objetivo: el votante.

La capacidad para posicionarse en la mente de los electores de manera positiva es el rumbo del triunfo; sin embargo, la capacidad para posicionarse en la mente de los electores como una opción no deseable, es relativamente fácil, como fácil es no aparecer en las opciones mentales del electorado.

Todos buscan la primera opción, posicionarse de manera positiva en la mente de los electores, éste es el reto de los inteligentes racionales, de los que piensan con el cerebro de la razón y hacen sumas alegres derivadas de una lógica personal. Ellos y sus candidatos pegan un tronido espectacular a la hora de contar los votos, a la hora de medir la verdadera intención de la población objetivo.

Hay otro tipo de candidatos cuyos estrategas piensan con el cerebro de la emoción, utilizan el psiconeuromarketing para “enganchar” en la mente del elector el “producto” y sus virtudes.

El éxito electoral consiste en conseguir el “enamoramiento” entre la oferta política y su electorado, neurológicamente el enamoramiento es una locura temporal que se da en una estructura del cerebro que se llama núcleo caudado y su mezcla con el neurotransmisor dopamina.

Lograr el pensamiento intrusivo en los electores, es posicionar el nombre y cualidades del candidato en la mente, este es el trabajo que hace el psiconeuromarketing.

El enamoramiento se logra con inteligencia emocional, tocando las fibras sensibles de la condición humana, construyendo la empatía para firmar un pacto de lealtad cuyo significado mueve la mano y cruza la boleta electoral en el nombre o imagen del enamorado el día de la elección. ¿Razón o emoción?

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