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Opinión

Lozoya: Los divinos anticuerpos

Punta de Lanza.

07/31/2020

Las evidencias son claras y difíciles de negar. Tan irrefutables como evidentes. El Senador de la República por Morena, Rubén Rocha Moya, está siendo políticamente atacado desde varios y diversos flancos, lo que nos hace suponer que sus adversarios ya le soltaron los perros.

Pudieran ser, según apreciación de analistas serios, que algunos de los ladridos pertenecen a perros cuyos amos cohabitan el mismo rancho del atacado. Y claro, otros que como suele ocurrir en los ranchos, ladran por su cuenta y simplemente por que otros lo hacen. 

Sin embargo, “el Quijote de Sinaloa”, observa a su paso los ladridos de los perros, con la confianza propia que le otorga la sabiduría de saber que las fieras enviadas no lo morderán.

Entiende Rocha Moya que sólo serán ladridos a su paso, señal inequívoca de que su tránsito es firme y  venturoso hacia el destino que busca.

EMILIO LOZOYA… LOS “ANTICUERPOS POLÍTICOS”

Desde México, el virus que vino de España, sigue tratando de contaminar el ambiente político nacional.

Sin embargo, pareciera que el tristemente popular Emilio Lozoya Austin, exdirector de PEMEX, llegó con el parque mojado. 

Dicho en términos médicos, el indiciado arribó a nuestro país cargado de “anticuerpos políticos”, situación que sabe, le permitirá inmunidad frente a la justicia mexicana por delitos cometidos y aceptados por él mismo. Es decir, Emilio Lozoya llegó de la llamada Madre Patria estrictamente vacunado contra cualquier “infección” que lo pudiera obligar a internarse en el “hospital de Almoloya”

Inmunidad absoluta a cambio de afilar su dedo para señalar a otros presuntos culpables de graves actos de corrupción en perjuicio al patrimonio de la nación.

Paradójicamente, los personajes que señalará Don Emilio Lozoya para ser enjuiciados, y posiblemente llevados a prisión, fueron socios, amigos y aliados suyos en el ejercicio de los graves delitos cometidos.

MORENA… LA DOLOROSA AUTODERROTA

Y allá por el Congreso local de Sinaloa, está semana hubo argüende por la aprobación de las cuentas públicas del Gobierno del Estado, que encabeza Quirino Ordaz Coppel.

El revuelo se originó y causó diversas reacciones de corte político, no tanto porque las cuentas de Quirino hubieran sido aprobadas, ya que no existen, hasta donde se sabe, escándalos o evidencias de graves actos de corrupción en su administración.

El revuelo se originó por la sorpresa de ver que para la aprobación de las cuentas públicas del gobernador priista, fueron factor decisivo los votos de varios Diputados de Morena.

Y es que hubiera bastado con que los legisladores de Regeneración Nacional hubieran votado alineados y en bloque para que las cuentas de Quirino Ordaz no hubieran sido avaladas; sin embargo, las cosas ocurrieron de manera distinta y hoy la sonrisa de satisfacción de los operadores del gobernador es amplia, franca y abierta.

Por su parte, los Diputados  de Morena no sólo pasaron el trago amargo de ser superados, pese a contar con mayoría en el Poder Legislativo, sino que ahora están siendo acusados de ser parte de la misma corrupción que ellos dicen combatir.

Y, lo peor, los acusan de haber sido “maiceados”, chaqueteros, vendidos, corruptos y “chayoteros”.  El término del calificativo es lo de menos, al fin de cuentas, significan lo mismo. Y, por supuesto, el señalamiento les duele también lo mismo.

AMLO Y SALINAS… EL MISMO DILEMA

Durante los últimos años de su  mandato constitucional, el hoy expresidente de México, Carlos Salinas de Gortari, observaba con su poderosa lupa política los perfiles de los hombres y mujeres de su confianza.

Sabía el experimentado político que habría de llegar el día y la hora en que tendría que elegir a quien quería como su sucesor, y no quería equivocarse.

Sobra decir entonces que la observación y análisis no obedecía tanto a vigilar el fiel cumplimiento de sus funciones en las tareas encomendadas dentro de su gabinete de gobierno.

Salinas quería estar seguro de que la elección del candidato del PRI a la Presidencia de la República sería la más conveniente posible.

No quería permitirse un margen de error. Entendía que arrepentirse después le significaría graves consecuencias.

Salinas de Gortari llegó al año de las decisiones con dos alternativas. Manuel Camacho Solís y Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Esos dos nombres ponían al presidente en un serio predicamento, y se asegura que ante el dilema su mente y corazón trabajaban a toda su potencia.

El dilema era: ¿Por quién decidirse? ¿El hombre al que consideraba casi un hermano o al amigo entrañable? El desenlace ya es por todos conocido.

El año entrante tendremos elecciones constitucionales en Sinaloa, por lo que en los meses por venir, y con el respeto que las proporciones nos exigen, el presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá que decidir las candidaturas de su partido Morena para gobernadores de 14 estados de la República a disputarse en ese proceso electoral.

Aquí en nuestra entidad, López Obrador se enfrentará a un dilema parecido al que enfrentó Salinas de Gortari con Camacho y Colosio, en su momento.

Tendrá que decidir la candidatura por uno de dos grandes y entrañables amigos. Compañeros, ambos de mil batallas políticas. Rubén Rocha Moya y Luis Guillermo “El Químico” Benítez. Senador el primero y alcalde de Mazatlán el segundo.

¿Qué sentimiento influirá y ganará en la lucha interna de AMLO al momento de tomar la mejor decisión?... ¿El Corazón?... La razón e inteligencia?... ¿El compromiso político?...¿Cederá a las presiones políticas internas de sus correligionarios?... ¿O asumirá el presidente la filosofía de Don Baldomero?, el  personaje del popular corrido de El Piporro: “Si no es una cosa, una ni la otra, démosle la oportunidad a otro vaquero”… Todo puede suceder.

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