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Opinión

El Primer Viaje: Epílogo

Perspectiva

“La diplomacia es un juego de ajedrez en el que a los pueblos se les da jaque mate”

Karl Kraus

Finalmente Andrés Manuel López Obrador conversó en persona con Donald Trump, en lo que debió ser un encuentro diplomático del más alto nivel, pero que fue limitado a la superficialidad de halagos y zalamerías recíprocas, luna de miel con buenos resultados personales, pero insustancial para ambos pueblos.

En México la expectación y el morbo llevaron el análisis al nivel de un encuentro deportivo que hubiera sido digno de quiniela, pues incluso se levantó al menos una encuesta (El Economista, 10 de julio), cuyos resultados no validan el entusiasmo oficial. Al concebir el encuentro como un concurso televisivo, se confundió el interés público, el beneficio de los países, con los intereses personales de los gobernantes. En ese plano el 55.5% de los consultados vieron ganar a Trump, frente al 31% que anotó en sus tarjetas a López Obrador; como país 47% creen que salió ganando nuestro vecino del norte y 36% hizo ganador a México; 13 de cada cien personas en el primer caso, y 17 en el segundo, prefirieron no contestar.

López Obrador manifestó triunfalista que fallaron los pronósticos porque no hubo pleito; lo cierto es que no fallaron porque lo que se dijo desde un inicio fue que el viaje serviría como apoyo electoral, para reforzar la imagen del reeleccionista republicano al reposicionar su imagen entre la comunidad latina. Aunque el resultado final lo conoceremos hasta noviembre, las evidencias las presenciamos en el evento mismo, cuando Donald Trump cortejó públicamente a funcionarios, exfuncionarios y empresarios de origen latino de su país, expresamente convocados, a quienes dijo “ustedes son un tesoro”.

Quizá la visita sirvió para patear el bote en la relación con Estados Unidos, pero por lo pronto no hay razón para el triunfalismo, porque no pelear no es ningún mérito, sino parte esencial de y obligación en las relaciones diplomáticas, además de que México y López Obrador perderían mucho más con una actitud belicosa.

En el análisis de los resultados no solo debe considerarse la expresión verbal; quizá más importantes son los mensajes, actitudes y acciones no verbales, como el hecho de que 24 horas antes del arribo de López Obrador, su contraparte publicó imágenes en el muro emblemático de su campaña; y anunció que presentará en los próximos días la documentación necesaria para suspender el programa Daca que protege a los “dreamers”, esos casi 700 mil jóvenes latinos que llegaron indocumentados cuando eran niños, cuya suspensión fue bloqueada por la Corte Suprema el 18 de junio pasado.

Ya en presencia de López Obrador, fiel a su personalidad golpeadora, Trump no pudo resistirse a “bromear” sobre el muro, y durante la cena oficial en la Casa Blanca manifestó a empresarios y funcionarios mexicanos que se había portado bien, se había controlado para no mencionar el tema del muro fronterizo. Esto solo puede entenderse como una falta de respeto al presidente mexicano y al país que representa, además de que ratifica el carácter electoral del encuentro, pues es  clave para que Trump mantenga la fidelidad de sus aliados  supremacistas.

Al día siguiente, Trump decretó la creación de la “comisión de asesoría para mejorar el acceso de los hispanos a oportunidades económicas y educativas”, la que en su denominación lleva la limitación, porque no prevé acción concreta alguna para el logro del supuesto objetivo; y no tiene futuro porque si Trump pierde la reelección en noviembre, la comisión muere; y si la gana, ya no será necesaria porque no habrá otra reelección.

Dos días después del encuentro, en su comparecencia ante el Comando Sur del Ejército, responsable de las operaciones antinarcóticos en la frontera, Trump alabó de nuevo el muro al afirmar que gracias a él se pudo reducir el número de personas que tratan de entrar al país, y con ello se ayudó al combate del coronavirus; obviamente tal afirmación no puede comprobarse en forma alguna.

Según datos de la Universidad Johns Hopkins, que sí se basan en pruebas científicas, Estados Unidos es el país más afectado del mundo por el COVID-19, con más de 3 millones 173 mil 212 de infecciones confirmadas y 133,666 muertes hasta el sábado 11 de julio. Pero como en otras latitudes, Trump tiene otros datos.

Todo lo anterior revela que la amistad declarada del norte al sur no es más que utilitaria, y se mantendrá mientras nuestro gobierno siga siendo útil al interés de Trump; pero ¿qué pasará si los demócratas recuperan la presidencia?

El presidente López Obrador se apresuró a agradecer a su interlocutor el que no se hubiera incluido el muro en la agenda de las conversaciones, pero visto todo lo anterior, realmente no estuvo en la agenda?

López Obrador no regresó con las manos vacías, pues recibió una dotación de armamento para la guerra político-electoral del año próximo. Marcelo Ebrard dijo el viernes 10 que ya recibió de parte de Estados Unidos el informe de “Rápido y furioso”, ese plan con el que se introdujeron armas a México que terminaron en manos de criminales, que habrá de servir para mantener a raya al expresidente Felipe Calderón y para enterrar al nonato partido México Libre, golpear al PAN y debilitar las posibilidades de un eventual TUCOM (Todos Unidos Contra Morena).

La detención del exgobernador de Chihuahua César Duarte Jáquez (el otro César Duarte), fue la ofrenda política para López Obrador y la emblemática lucha de la 4 T contra la corrupción. La eventual colaboración del detenido, si se opera igual que con Emilio Lozoya, servirá para enterrar al PRI y de paso a cualquier BOA o TUCOM.

López Obrador debe estar consciente de la altísima apuesta que representó su primer viaje; así como de que la amistad que le profesaron solo durará mientras les siga siendo útil; y de que México como país solo tuvo ganancias marginales con su primer viaje. A los mexicanos, Trump nos dio jaque mate.

Todo esto nos recuerda lo dicho por el periodista inglés Sir Terry Pratchett: “Así que eso era todo, pensó. Jodida política otra vez. Siempre era la jodida política, o la jodida diplomacia".