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Opinión

Covid-19 y los periodistas

Tercer Ojo.

Mucho se habla sobre las repercusiones que el coronavirus ha causado en materia de salud y economía a nivel global, pero, lejos de darse una oportunidad para pensar en sus afectaciones al rubro de la información y libertad de expresión, las audiencias se han dedicado, en gran medida, a criticar la labor del periodismo en esta contingencia sanitaria. Pero ¿qué pasaría si no existiera la libre circulación de información en estos tiempos de pandemia? 

Guillerme Canela, actual consejero de comunicación e información de la Unesco en América Latina, recientemente ha señalado siete puntos en los que existen afectaciones directas al trabajo de los periodistas tanto por actores políticos como por ciudadanos, y que ponen en riesgo el derecho a la libertad de expresión en un contexto histórico en el que su labor es crucial para superar este problema de salud. Su impacto en México no ha sido la excepción.

El primero de ellos es en relación a la aprobación de leyes de emergencia que no siguen los estándares internacionales recomendados, en el que se destacan países en donde se encuentran vigentes normativas para el shutdown o bloqueos de acceso a Internet tales como Egipto, Irán, Vietnam, China o Corea del Norte –no así en México-; que si bien son leyes que se ejecutan incluso antes de la pandemia, esta última ha venido a reforzar sus afectaciones en materia de libertad de comunicación e información.

Como señala la organización Human Rights Watch, el acceso a la información a través de la red es crucial en esta crisis sanitaria, sobre todo porque gran parte de la población se encuentra en casa cumpliendo los periodos oficiales de cuarentena e Internet se vuelve prácticamente en una fuente de información primaria para conocer los riesgos, recomendaciones y prevenciones en torno a esta.

El segundo de estos puntos es en relación al aumento de violencia contra los periodistas, ya sea por cubrir o no de manera oportuna y eficaz la pandemia. Hasta el momento, datos de la Unesco señalan que se tienen contabilizadas 193 agresiones contra periodistas y defensores de los derechos humanos en el mundo, de las cuales 44 sucedieron en territorio mexicano.

Estas van desde escenarios en donde la violencia física se recrudece durante la pandemia, como el reciente asesinato de un director de noticias en el estado de Sonora, hasta violencia de tipo verbal y emocional ante discursos de odio y denostación hacia su trabajo, no sólo de parte de sus audiencias, sino incluso desde el propio Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

En tercer lugar, resalta un punto que tiene que ver con afectaciones a la salud de los reporteros que se ven expuestos al contagio por continuar con sus labores de cobertura informativa; la ONG Campaña Emblema de Prensa dio a conocer a principios de mayo al menos 55 casos de periodistas fallecidos como consecuencia del Covid-19; dos de estos sucedieron en México.

Ahora bien, la prevención para cuidar la salud y evitar contagios entre los reporteros y sus fuentes de información, ha abierto la puerta para que los gobiernos incurran -directa o indirectamente- en un cuarto punto de afectación como lo es el riesgo de captura de los medios de comunicación, en este caso, porque la suspensión temporal de conferencias de prensa y entrevistas a los actores políticos controlan -y afectan- el derecho de acceso a la información no solo de quienes informan sino además de los que se quieren informar.

Como ejemplo, se cita el reciente caso de un grupo considerable de reporteros de numerosas empresas mediáticas en Baja California que, mediante un posicionamiento, denunciaron la falta de acceso a la información pública por parte del gobierno estatal al limitarlos a una cobertura de sana distancia mediante videoconferencias, lo cual les impide no solo hacer los cuestionamientos pertinentes sino además reportar otros asuntos públicos ajenos al coronavirus que también son relevantes para la localidad.

El quinto punto, aunque también se relaciona con la seguridad de quienes comunican, se trata de su seguridad laboral y económica pues, como empresas, los medios de comunicación también están sufriendo los estragos del virus en cuanto a la falta de ganancias y que los ha orillado a tomar acciones que van desde los recortes y despidos, hasta incluso el sexto de los puntos de afectación que aquí se detallan, como lo es el cierre de algunos medios de comunicación en medio de una pandemia que, lejos de su extinción, lo que más necesita es comunicación.

Aunque el Consejo Directivo de Radio y Televisión detalla que estas afectaciones solo han trastocado a medios internacionales, no deja de representar un riesgo latente para las empresas periodísticas en el país, como el caso que en días anteriores trascendiera acerca de una solicitud de aceptación de reducción de sueldo voluntaria que el consorcio Televisa hiciera a sus principales conductores, en aras de ser solidarios con la situación económica de la empresa y evitar así el despido de muchos de sus compañeros de trabajo.

El último punto es el fenómeno de la infodemia, también conocida como hipertrofia informativa, y referente al surgimiento de información excesiva sobre el coronavirus que hace que se vuelva más difícil encontrar fuentes de información confiables y fidedignas, lo cual demuestra que no siempre es suficiente tener acceso total a Internet y que sí es importante el rol de intermediario de quienes comunican a través de este oficio. Si bien México no sufre de bloqueos cibernéticos, la desinformación en las redes sociales digitales está a la orden del día. 

Así, siempre es bueno tener en cuenta que no todos los reporteros son vendidos, que no todos los periodistas mienten y que no toda la información es falsa; valorar el esfuerzo de muchos buenos reporteros no está de más en emergencias como las que se padecen en la actualidad porque, se ha puesto a pensar ¿cómo sería el coronavirus sin la intervención de los medios de comunicación? ¿Se ha imaginado acaso un día sin periodistas?

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