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Opinión

Canuto Ibarra Guerrero

Así lo viví.

En Los Mochis existe la falsa  creencia de que el infarto que causó la muerte a Don Canuto Ibarra Guerrero fue consecuencia de una discusión con el entoces gobernador Alfonso G. Calderón.

Y si le digo que esa aprehensión es falsa, es porque Don Alfonso no participó en aquella reunión celebrada el 27 de mayo de 1975, donde el prestigiado empresario, político y filántropo falleció.

La reunión se llevó a cabo en la sala de juntas de la Secretaría de Finanzas del Gobierno del Estado, en las oficinas de Palacio de Gobierno, donde actualmente se encuentra el Palacio Municipal de Culiacán. 

Paso a narrar los hechos: Don Canuto Ibarra era Presidente del Consejo de Administración de Alimentos Balanceados de Sinaloa (Albasin) y, por estatuto, le correspondía asumir el cargo a Pilar Ángel Zazueta, quien presidía la Unión Ganadera Regional de Sinaloa (UGRS).

El abogado y Notario Público, Don Jorge Julián Chávez Castro, era Secretario del Consejo y yo el suplente.

Además de los mencionados, se encontraban en esa reunión, José Luis Félix López, angosturense y representante de Nacional Financiera (Nafinsa), Francisco Gallardo, Juan Güemes Rodriguera y el gerente de la empresa, Gaspar Sánchez Osorio, entre otros. 

Ese día, Don Jorge Julián no pudo llegar a la reunión y fui llamado a cubrir su espacio. Llegué a la sala de juntas del Secretario de Finanzas del Gobierno del Estado, Don Roberto Wong Leal, y ya estaban los convocados. 

Don Canuto, por su carisma, era el imán de la reunión. Fresco, impecable, con su  cabellera plateada. Bromas y chascarrillos, picardía e ingenio de todos brotaban al por mayor. 

Al ocupar los asientos, quedé a su lado. Iniciamos el protocolo. 

Don Canuto pidió la palabra. Agradeció a los consejeros su apoyo y confianza. Nada alterado. Ningún signo de enojo y molestia. 

“Celebro que el gobierno de Alfonso ponga la mirada en esta empresa muy estratégica para el desarrollo de la ganadería, porcicultura y avicultura sinaloense, y así se lo diré en la comida”. 

La reunión a la que se refería Don Canuto Ibarra sería en El Chaparral con la asistencia del gobernador.

Siguió Pilar Ángel. Le ponderó su ejercicio al frente de la UGRS, como líder visionario, gran emprendedor y sostén del desarrollo de Sinaloa, Ahome y el Valle del Fuerte. Luego habló Don Roberto Wong, quién elogió la visión de todos ellos... y yo escribiendo. 

De repente, Don Canuto cayó en mi hombro. Rápido se le dieron los primeros auxilios. El Secretario de Finanzas subió de inmediato al despacho del Gobernador, quien bajó a toda prisa y ordenó que fuera trasladado a un hospital. 

Una ambulancia llevó a Don Canuto al Seguro Social y nosotros la seguimos.

Cuando llegamos, un cuerpo médico lo esperaba, lo pasaron a urgencias y casi al instante salió uno de los doctores a darnos la lamentable noticia. Derrame cerebral. Llegó sin vida. 

El trágico desenlace impactó al gobernador. Al confirmar el fallecimiento, me consta, como también a Noé Cota y a Samuel Escoboza, estas fueron sus palabras: “Qué triste y desagradable noticia. Canuto fue un gran hombre. Lo que es Ahome y el norte de Sinaloa en mucho es por el empuje y carácter de él”.

Al destape de Don Alfonso como Precandidato, el llamado Zorro Plateado, encabezó el contingente de ahomenses a la Ciudad de México para refrendarle su apoyo, y fue visible que entre ellos, si bien pudo haber existido diferendos políticos, pactaron una alianza de colaboración y respeto. 

Ya en el gobierno no se conoció enfrentamiento alguno que pudiese dar margen a tan insensata afirmación y menos encartar a Don Alfonso tan irracional comentario. 

Así se escribió esa Historia. Así la viví. Así la cuento.