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Opinión

Delincuentes cibernéticos

Neuropolítica.

12/06/2019

Hay muchos tipos de delincuentes cibernéticos, desde los hackers profesionales, hasta los sociópatas que ponen en estado de alerta a una población. En días pasados, a alguien se le ocurrió provocar a la sociedad de Culiacán, a esa sociedad que ya fue víctima del estrés postraumático, esa sociedad cuya ansiedad se despierta con el mínimo recuerdo de lo ocurrido el famoso “jueves negro”.

Las redes sociales se inundaron con información falsa, con aseveraciones convincentes, con recomendaciones muy precisas y presunciones de información confidencial derivada supuestamente de un familiar, amigo, vecino o conocido que anda en el negocio. No faltaron las recopilaciones de fotos, videos y escenas que infundían miedo, terror y frustración.

Los sociópatas se caracterizan precisamente por dañar a la sociedad, no sienten culpa, por eso, disfrutan viendo la reacción de miedo que generan en la sociedad; no aprenden de la experiencia, es decir, lo hacen una y las veces que puedan, y su código de ética no contempla los mismos principios que contempla la sociedad donde viven.

Diríamos que se junta la gasolina con el fuego, una sociedad que arrastra el costal del pánico en su memoria y un enfermo que disfruta recordándoles que puede volver a suceder el trauma.

El sociópata siempre tiene seguidores, aquellos que prenden de “puchón”, es decir, aquellos que no se animan a iniciar el proceso de daño social, pero se justifican diciendo “yo sólo reenvié el mensaje”.

Al margen del daño neurológico de estas personas que de ninguna manera justifica su delincuencia, la representación psicológica que ellos tienen de lo que hacen es prácticamente nula, se ríen y disfrutan su “travesura”: les gusta festejar y que les festejen, disfrutan de su histrionismo al verse rodeados de un séquito de admiradores que les aplauden como lacayos a sus dueños.

Los daños de la corteza prefrontal izquierda se asocian a la sociópatía y la delincuencia, los estudios de neurociencia lo revelaron desde el siglo pasado, la ausencia de conciencia del daño no significa que no sepan lo que hacen, significa que su representación es diferente, por eso, la culpa sólo es una palabra para ellos y no un sentimiento.

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