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Opinión

El Sacrosanto Congreso de Sinaloa

Ciudad con Voz.

Hablar del tema de la defensa de los derechos del movimiento de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Queer, Inter-sexuales y Asexuales (LGBTQIA), nos exige cuestionarnos: ¿Para qué sirve que todos en la estructura social se encuentren protegidos por un Estado de Derecho que escuche y responda a todas las camadas de la sociedad? ¿Por qué es importante garantizar los derechos del Otro? Porque la lucha que debemos emprender como humanidad es la de conquistar derechos para que todos puedan vivir vidas vivibles. ¿Qué es una vida vivible?

Una vida vivible es aquella que se encuentra protegida por los derechos universales, es una vida que puede expresarse libremente, que sale y expone su cuerpo en los espacios públicos sin el terror de ser agredida por otra persona sólo por el hecho de ser “diferente”. Una vida vivible es cuando el ser humano tiene la capacidad, autonomía e independencia que le deben ser garantizadas por una estructura legal -Estado- que le permita recorrer caminos hacia su realización, independientemente de cuán subjetiva y estridente pueda resultar su estilo de vida frente a los ojos de una “sociedad” “moralista”.

Es innegable, cuando alguien gana derechos, todos ganamos. La idea de vivir en ciudades es la de construir sociedad y la estructura social no funciona en armonía si se excluye a miembros, a actores que son parte de un mismo engranaje. Cuando las minorías son pauperizadas, precarizadas, vulnerabilizadas, deshumanizadas, es decir, cuando a la gente se le arrebatan sus derechos, el engranaje que mantiene en movimiento todo el sistema social tiende a fisurarse, llevando a vivir a la sociedad y a las instituciones en conflicto y en desgaste constante.

El funcionamiento, la organización y el desarrollo de las ciudades depende en gran medida del respeto a los acuerdos sociales. No obstante, en un sistema federalista como en el que vivimos en México, en el cual la corrupción, la impunidad, la violencia, el nepotismo y la barbarie, suelen interferir en los espacios de toma de decisiones, como por ejemplo, congresos federales y locales, resulta muy delicado como analistas referirnos a lo que se decide en estos núcleos de poder como acuerdo social. ¿Por qué? Porque el acuerdo social para ser autentico debe estar libre de imposiciones e intereses subjetivos. En el acuerdo social el interés público siempre deberá estar por encima de los deseos de unos cuantos.

Otorgar derechos a personas del mismo sexo para que puedan contraer matrimonio, es de orden público. El tema central, es decir, lo que debe prevalecer en la discusión social y política no es: ¿me agrada o no ver a un hombre besarse con otro hombre? Tampoco es: ¿me satisface ver a dos mujeres educando a un bebé? Lo que debe importar para el Estado y para la sociedad sinaloense es dotar de derechos a un sector que ha sido histórica e injustamente violentado.

Siempre habrá tajada para aquellos que vandalizan los derechos humanos y antier durante la sesión en el Honorable Congreso del Estado de Sinaloa no fue la excepción. El banquete se sirvió para las iglesias cristianas, sea la Universal, la Apostólica, la Católica, Evangélica, Luz del mundo, Viña del señor, Jehová Nisi. Otra parte del “triunfo” se la llevó un fragmento del sector empresarial sinaloense que se preocupa por mantener estructuras familiares de rasgos patriarcales y machistas. Ambas alas conservadoras que se encuentran muy bien amalgamadas, apostaron muchísimo dinero y hay que reconocer que hicieron un excelente cabildeo como partidarios de la oposición al matrimonio igualitario en Sinaloa y que para ser tan religiosos y cristianos, “sorprendieron” con sus maquiavélicas artimañas para manipular a los medios de comunicación, opinión pública y a la sociedad en general.

Lo que ocurrió en la sesión de cabildo es algo preocupante y, por lo tanto, hay que alertar a la clase política que se dice defensora de los derechos humanos, a las organizaciones y asociaciones que defienden a las minorías - personas con capacidades diferentes, migrantes y personas interesadas en la preservación del medioambiental, a los movimientos feministas, y a todos aquellos que son partidarios del Estado de Derecho. Antier, familias legitimas - legitimidad  que el derecho universal les otorga - fueron parcialmente interrumpidas en su proceso de construcción de futuro, hoy o mañana podría ser cualquiera.

¿Quién sigue?    

Twitter: @IbarraEmilio