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Opinión

Noche de Paz ¡Pas!

Corte y Queda.

12/24/2016

Llega la Noche Buena y amanecemos celebrando Navidad, por lo general, en familia. Con días previos de fiesta y alboroto, pues padres, hijos y hermanos están reunidos. Aquellos que vienen de lejos ahora están hospedados en alguna casa familiar y claro que nos da gusto verlos. Los amigos también llegan de lejos y es la fecha ideal para reunirse las generaciones de prepa o secundaria. En fin, las fechas representan ese reencuentro y la felicidad de estar todos juntos.

La familia es el núcleo más importante de nuestra sociedad. De ahí partimos y de ahí se generan todos los valores y antivalores. El amor de los padres es el primero que sentimos y experimentamos, y es ahí donde residen todos nuestros primeros recuerdos, en donde aprendemos a compartir y repartir.

Pero hay un adagio que dice que esa familia no la escogimos y, por lo tanto, debemos de aprender también a convivir con caracteres diferentes y muy disímbolos del nuestro, por lo tanto, muchas veces la convivencia se torna difícil con el paso de los años.

Compartimos nuestra niñez y las experiencias primeras de la vida, pero las circunstancias no son necesariamente las mismas. Eso nos lleva algunas veces por caminos separados que, al final del año, precisamente en estos días tenemos que dejar de lado, por nuestro bien y el de la convivencia sana.

Pero ¿qué pasa con las familias que sí escogemos? Todos elegimos con quien casarnos y con quien formar nuestra propia familia. Buscamos alguien que comparta nuestros intereses y visión de futuro y ahí la familia crece y, por ende, crecen las diferencias y las complicaciones de compartir los espacios y la mesa.

La ropa sucia se lava en casa, pero curiosamente es en estas fechas cuando más broncas familiares aparecen y la dulzura se convierte en amargura. Críticas, imprudencias, secretos revelados, malas caras y viejos rencores siempre le dan “sabor al caldo”.

A fin de cuentas nada de eso nos separa ni nos divorcia de aquellos que no escogimos como parte de nuestro ADN. Sobrinos maleducados y cuñados mal encarados no son nuestro problema, ellos son el problema de tu hermana o hermano. Lo importante es refrendar el amor, pues no hay mejor lección que regresar insultos con sonrisas, dicen.

Así que no hay de otra más que aplicar el “me vale” y disfrutar de la comida y los regalos. Al amargado ya lo conocemos o ya deberíamos de conocerlo, pues ya sabemos quien es quien ¡esa es la maravilla de la familia! Que nadie puede engañarnos. El borracho, el mentiroso, el mujeriego, el buena gente, el tonto, el callado, el desmadroso, a todos los conocemos y ya no nos sorprenden.

La familia se respeta y se acepta, ni modo. Se trata de que al final y al despedirte todos sepamos que nos veremos el año que entra, que la vida sigue y que si no me meto contigo lo que espero es que tu tampoco lo hagas.

Pero bueno, el caso es que todo redunde y finalice con amor que es lo que se celebra. Lo humano no se nos va a quitar nunca. El plan es aprender a respetarnos y que el abrazo de feliz Navidad sea sincero pues repito: ya nos veremos el año que entra.

Y como todo lo que pasa en la vida en el cine también sucede, casos de familias disfuncionales retratadas en la pantalla tenemos muchos ejemplos.

La primera y más famosa son los Corleone, en El Padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972). Padre e hijo peleando por convertirse en la familia mafiosa más poderosa, mientras que el hermano menor busca la venganza de quienes quieren meterse con su padre, incluso por encima de su propia sangre.

La Cenicienta (Cinderella, Disney, 1950). La pobre muchacha, quien a la muerte de su padre se enfrenta a los celos y envidias de su madrastra y sus hermanastras, quienes la obligan a vivir en esclavitud.

El Rey León (The Lion King, Rob Minkoff, 1994). Nada más ni nada menos que de nuevo la historia de tener que aguantar al tío tirano cuando se muere el papá. A Simba la vida lo lleva a vivir experiencias a través de amigos que le explican lo que al final es su destino.

Una película animada más es Mi Villano Favorito (Despicable Me, Pierre Coffin y Cris Renaud, 2010). El aspirante a villano más temible del planeta sucumbe ante los encantos de tres niñas huérfanas quienes le enseñarán lo que en verdad significa ser respetado.

Al final no todo es comedia y tenemos a Precious (Precious: Based on the Novel “Push” by Sapphire, Lee Daniels, 2010). Claireece es una joven pobre, con sobrepeso y analfabeta que se decide a entrar a la escuela. Pero su castigo en la vida es estar embarazada por segunda ocasión de su propio padre, con quien engendró un primer hijo con síndrome de Down y el desprecio inaudito de su propia madre.

Y cerramos con la siempre de moda trilogía de La Guerra de las Galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977). La trilogía original en donde Luke Skywalker se enamora de una princesa a la que besa con bríos juveniles, pero que resulta ser su hermana gemela. Pero, además, no solo eso es disfuncional en esa familia, pues en la segunda parte nos esteramos que el villano que quiere matarlo es en realidad su propio padre. Por mucho la familia más enferma de la galaxia.

Por lo pronto, lo que hay que ver esta semana no es otra cosa que:

Sing: ¡Ven y Canta! (Sing, Christophe Lourdelet y Garth Jennings, 2016). La historia de un koala llamado Buster Moon, quien al ver que está a punto de perder su teatro se le ocurre crear un concurso de canto que reviva las viejas glorias de su lugar favorito. Para verlo con el melómano más grande que conozcas.

Rogue One: Una Historia de Star Wars (Rogue One, Gareth Edwards, 2016). El primer spin-off del universo Star Wars, el cual nos narra la manera en que un grupo de rebeldes se apoderan de los planos de la llamada Estrella de la Muerte. Debo decir que la película está muy bien lograda. Para verla con fans de la saga.

Un Padre no Tan Padre (Raúl Martinez, 2016). A pesar de lo pésimo del título que parece ideado por el más idiota de los productores de Televisa, la película es buena y muy divertida. Héctor Bonilla se saca un diez como Don Servando que, al ser expulsado del asilo, se enfrenta al choque generacional con su hijo.

La Tarea de la Semana

Si de hermanos con caracteres diferentes hablamos, la película ¿Quién quiere ser Millonario? (Slumdog Millionaire, Danny Boile, 2008) nos da una muestra de cómo hermanos de padre y madre, que vivieron la misma infancia y se desarrollaron en las misma circunstancias pueden ser tan diferentes y crecer con ideas de vida tan disímbolas. Te aseguro que la vas a disfrutar muchísimo.

¡Corte y queda!

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